Motivar es mover a la acción,
y normalmente cuando queremos motivar a alguien pretendemos hacerlo en
una dirección positiva, de esfuerzo, de trabajo o de aprendizaje. Hay
muchas maneras de motivar a una persona, pero probablemente la que más
peso tiene es la que se acomete por medio de la palabra.
Tanto
a los profesores como a aquellos que tienen un equipo a su cargo nos
interesa que las personas con las que trabajamos se sientan con ánimo,
energía y con la seguridad de poder alcanzar sus metas, que también
suelen ser las nuestras. Pero en ocasiones tenemos la necesidad de
comunicar errores para que sean solucionados y en este punto nos
encontramos ante la línea que separa la motivación de la desmotivación.
¿Cómo podemos comunicar un fallo sin provocar una bajada en el entusiasmo
de nuestro interlocutor? Aunque la respuesta va a depender de muchos
aspectos y algunos de ellos escapan a nuestro control (por ejemplo: una
baja autoestima en nuestro interlocutor) respetando los siguientes 4
aspectos básicos, nuestro éxito en la comunicación de errores está casi garantizado.
Utiliza siempre un lenguaje positivo con una entonación adecuada
Un lenguaje positivo es aquel que contiene:
- Afirmaciones en lugar de negaciones: "Lo puedes hacer mejor", en vez de "no está bien"
- Palabras con carga emocional positiva: "El camino del éxito es..." y no "es una chapuza..."
- Preguntas en lugar de órdenes: "¿Se podría hacer así?" y no "hazlo así"
En cuanto a la entonación,
cualquier información puede comunicarse de muchas formas por muy básico
que sea su contenido. Refiriéndonos al mismo hecho podríamos decir:
"Está lloviendo"
"Qué bien que está lloviendo"
"Otra vez lloviendo..."
Además
de cambiar la estructura de estas oraciones también podríamos modificar
su entonación. El resultado de las posibles combinaciones es amplio.
Por ejemplo, podríamos decir "está lloviendo" con un tono neutro, o tal
vez con ironía, pero también podríamos declarar "otra vez lloviendo" con
alegría o con desesperación.
Las
tres frases del ejemplo anterior tienen como objetivo comunicar un
fenómeno meteorológico. Las tres formas son bastante parecidas y sin
embargo podemos apreciar intenciones muy diferentes en función de la
entonación que apliquemos. Por eso, cuando queramos comunicar un error,
debemos cuidar la forma y la entonación. Ambas deben ser coherentes y positivas.
Pon la solución en las manos de tu oyente
Si trabajas con adultos, trátalos como tales.
No conozco a nadie a quien le guste que le digan lo que tiene que
hacer. Y cuando encuentro a alguien que está esperando a que le
expliquen cómo desarrollar su trabajo, normalmente es porque no tiene o
no ha tenido un buen jefe. Si quieres ser un buen jefe, responsabiliza y cede autonomía a las personas con las que trabajas. A la larga, te beneficiarás de ello.
La persona que comete un error es la persona que debe corregirlo.
Si no sabe cómo hacerlo, está bien que pida ayuda y que reciba
orientación, pero debe ser el responsable último de la corrección de su
fallo.
De lo contrario, ¿qué pasa cuando una persona corrige el error de otra? Si corriges un fallo que tú no has cometido, lo más seguro es que pasen dos cosas:
- Eliminarás una buena oportunidad de aprendizaje
- Enviarás un mensaje muy negativo a tu colega o alumno que podría minar su autoestima, porque, ¿acaso no es capaz de hacerlo por sí mismo/a?
Cualquiera de estas dos consecuencias podrían provocar una caída en la motivación.
Emplea el tiempo justo en la comunicación del error
Esta idea puede parecer una perogrullada, ¿lo es?
¿Qué
pensarías si vas al médico por un dolor de cabeza y te dice que no es
nada importante pero dedica 20 minutos a darte explicaciones sobre lo
que te está pasando? ¿No terminarías por pensar que hay algo más que no
te está contando? ¿Por qué tanto interés en un simple dolor de cabeza?
¿Y
si fuera al revés? ¿Y si tuvieras un problema de salud muy importante y
tu médico apenas dedicara tiempo a darte una explicación sobre lo que
te sucede? ¿Qué pensarías de él? ¿Qué pensarías de tu problema?
Dedicarle el tiempo adecuado a la comunicación de un error puede ayudar a transmitir información de mucha utilidad que no debemos ignorar.
Elige el modo y lugar adecuados para comunicar el error
Especialmente, cuando estamos hablando de faltas graves es importante considerar la posibilidad de comunicarlas en persona y en privado.
En
muchos contextos podríamos usar el fallo de una persona como situación
de aprendizaje para otras. Pero, si lo que tenemos delante es un
problema importante, es preferible hacer esta comunicación personalmente
y sin testigos innecesarios. Si no lo hacemos así, podemos provocar un
sentimiento de humillación que acabará desembocando en falta de
confianza hacia nuestra persona.
¿Quién querría tener un jefe que te humilla? y ¿quién iría a trabajar con motivación si tuviera un jefe así?